sábado, 26 de diciembre de 2015

Gentrificación y literatura (V)

Fragmento de "Los ojos de los pobres", poema en prosa escrito por Charles Baudelaire en 1864. En plena época industrial, se produjeron los primeros procesos de suburbanización (las llamadas utopías burguesas) de las clases burguesas hacia la periferia, huyendo de la suciedad de las fábricas que funcionaban a pleno rendimiento en los centros de las ciudades después de haber atraído de forma masiva al proletariado de las zonas rurales. La vuelta a los centros de las ciudades de las clases más favorecidas produjo los primeros conflictos sociales con los obreros y clases pobres.

[...]  "Al anochecer, como estabas algo cansada quisiste sentarte en la terraza de un café nuevo que hacia esquina con un bulevar también nuevo y todavía lleno de escombros, que ya mostraba su esplendor inacabado. El café está resplandeciente. Hasta el gas alumbrado desplegaba todo el fulgor de un estreno e iluminaba con toda su fuerza las paredes de una blancura cegadora, las superficies deslumbrantes de los espejos, los dorados de las molduras y cornisas, los mofletudos pajes arrastrando con perros con correas, las damas sonriendo al halcón posado en el puño, las Hebes y los Ganímedes ofreciendo con los brazos extendidos un ánfora con jaleas o un obelisco bicolor de helados con copete, toda la historia y toda la mitología puestas al servicio de la glotonería.

En la calzada, justo delante de nosotros, se había plantado un buen hombre de unos cuarenta años, con cara de cansancio y barba entrecana, que llevaba de una mano a un niño, mientras sostenía en el otro brazo a una criaturita demasiado pequeña para andar. Estaba haciendo de niñera y llevaba a sus hijos a tomar el fresco de la noche. Todos iban andrajosos. Los tres rostros estaban extraordinariamente serios y los seis ojos contemplaban fijamente el café nuevo, con igual admiración… Los ojos del padre decían: "¡Qué precioso, qué precioso!". Se diría que todo el oro de este pobre mundo se ha concentrado en estas paredes". Los niños exclamaban: "¡Qué precioso, qué precioso!" Pero este es un sitio donde sólo puede entrar la gente que no es como nosotros". En cuanto a los ojos del más pequeño, estaban demasiado fascinados para no expresar más que una alegría estúpida y profunda."


lunes, 21 de diciembre de 2015

Multitud e Imperio

Fragmento del libro "Imperio" (Michael Hardt y Antonio Negri).

[...] "Debemos enfatizar que aquí utilizamos la palabra “Imperio” no como una metáfora, que requeriría demostrar las semejanzas entre el mundo actual y los Imperios de Roma. China, las Américas y demás, sino como un concepto, que pide primariamente un acercamiento teórico. El concepto de Imperio se caracteriza fundamentalmente por una falta de fronteras: el mando del Imperio no tiene límites. Primero y principal, entonces, el concepto de Imperio incluye a un régimen que, efectivamente, abarca a la totalidad espacial, o que, realmente, gobierna sobre todo el mundo “civilizado”. Ninguna frontera territorial limita su reinado. Segundo, el concepto de Imperio no se presenta a sí mismo como un régimen histórico originado en la conquista, sino como un orden que, efectivamente, suspende la historia, y así fija el estado existente para la eternidad. Desde la perspectiva del Imperio este es el modo en que serán siempre las cosas, y el modo en que siempre debió ser. El Imperio presenta su mando no como un momento transitorio en el movimiento de la historia, sino como un régimen sin límites temporales, y, en este sentido, fuera de la historia, o en el fin de la historia. Tercero, el mando del Imperio opera sobre todos los registros del orden social, extendiéndose hacia abajo, a las profundidades del mundo social. El Imperio no sólo maneja un territorio y una población, sino que también crea al mundo que habita. No sólo regula las interacciones humanas, sino que también busca, directamente, regir sobre la naturaleza humana. El objeto de su mando es la vida social en su totalidad, y por esto el Imperio presenta la forma paradigmática del biopoder. Finalmente, aunque la práctica del Imperio está continuamente bañada en sangre, el concepto de Imperio está siempre dedicado a la paz –una paz perpetua y universal, fuera de la historia.

[...] 


Nuestra tarea política, argumentaremos, no es, simplemente, resistir a estos procesos, sino reorganizarlos y redirigirlos hacia nuevos fines. Las fuerzas creativas de la multitud que sostienen al Imperio son también capaces de construir un contra-Imperio, una organización política alternativa de los flujos e intercambios globales. Las luchas para contestar y subvertir al Imperio, como asimismo aquellas para construir una alternativa real, tendrán lugar en el mismo terreno imperial –y desde luego esas luchas ya han comenzado a emerger. Por medio de esas luchas y muchas más como ellas, la multitud deberá inventar nuevas formas democráticas y un nuevo poder constituyente que habrá de llevarnos algún día a través y más allá del Imperio.”