"Cuando vivía en la zona, llevaron a cabo un nuevo gran proyecto de viviendas públicas. En poco tiempo, se llenó de parejas con salarios bajos y bebés recién nacidos. Parecía que nunca iban a adaptarse a esta especie de vida urbana congestionada, pero se encontraron atrapados en este mundo".
Son palabras de Katsuhiro Ōtomo sobre este cómic que presupone un claro precedente creativo de su mega-obra posterior Akira (1980), quizás por esa capacidad alucinante de este autor para primero diseñar y luego -casi más importante- destruir arquitectura moderna en viñetas o utilizar las catástrofes no-naturales como final y principio de todo, siempre utilizando como condimento los poderes mentales infantiles.
En este caso asistimos a un retrato de la sociedad nipona a través del bloque de viviendas Tsutsumi, dentro del cual convive una comunidad de vecinos que representan algunas de las creencias y obsesiones japonesas: el suicidio como tendencia, la tercera (e incluso cuarta) edad como clave para entender el comportamiento sobrehumano, la azotea como lugar mágico o el infantilismo de las fuerzas del orden (Cuando se cometen varios asesinatos en el edificio la policía duda entre pasar a la acción o recurrir a expertos en chamanismo).
Con todo ello os recomendamos encerraros en casa con un ejemplar de "Pesadillas" y no abrir la puerta a nadie, mucho menos al vecino de turno pidiendo un poco de azúcar.
Con todo ello os recomendamos encerraros en casa con un ejemplar de "Pesadillas" y no abrir la puerta a nadie, mucho menos al vecino de turno pidiendo un poco de azúcar.
Muy buena recomendación. No he leído mucho manga, pero es una pequeña joya de Otomo.
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