Fragmentos del libro "La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de la proximidad" de Josep Maria Esquirol, en el que percibimos un interesante discurso sobre la intimidad a través del retorno (la casa, la compañía, el huerto, la intimidad...), caminos hacia la presencia y el sentido (el sentido de la vida ligado a la cotidianidad) y el como lo reflexivo está bien próximo a lo cotidiano, al día a día. De esta forma la reflexión se convierte en un cuidar de sí mismx.
"La poderosa inmensidad, con talante de abismo, cede - por lo menos provisionalmente- ante la protección que la casa le ofrece al mortal.
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La casa es siempre el símbolo de la intimidad descansada. Asentamiento, reposo, detención.
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La intimidad tiene forma de receptáculo, para el cobijo y para la satisfacción ( con el alimento, la relación sexual, el descanso...). La intimidad como receptáculo se relaciona directamente con la casa o la gruta, pero también con el arca y el cofre, que poseen el significado añadido del secreto (arcanum)
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El camino hacia la intimidad es camino hacia el misterio, hacia el secreto, hacia el tesoro, hacia el descanso y hacia el alimento.
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A casa no se va, se vuelve, y se suele volver a casa cada día. Pero retorno, no eterno retorno. La filosofía de la casa no es la del eterno retorno, sino la del retorno; retorno que, ciertamente, se repite, pero solo un número finito de veces.
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El retorno tiene que ver con un tipo de dislocación, con una diferencia que se halla en el origen de nuestra conciencia. La reflexión es una de las modalidades del retorno.
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Así, la reflexión no estaría lejos del gesto cotidiano.
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Lo humano no espera manifestarse solo en la región superior de la acción política o del pensamiento contemplativo, sino que lo hace ya - y con parecida intensidad- en el gesto cotidiano."
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