lunes, 7 de marzo de 2022

Soñemos un transfeminismo indigesto, disidente y siempre desobediente con el poder

La necesidad nos hace tomar prestados algunos materiales de vez en cuando para acercarles un poco de humilde información. Hoy les traemos algunos fragmentos de la aportación de la filósofa Carolina Meloni al libro "Transfeminismo o Barbarie", una suerte de biblia que todas, todos y todes deberíamos llevar siempre encima. Es por ello que coincidimos con María Galindo  en dejar claro que ese universo y esas fronteras de lo no binario abren un espacio metafórico, poético y político de pertenencia y no una condición biológica, quirúrgica o identitaria. ¡Ojalá entendiéramos esto desde nuestras correspondientes monstruosidades! El otro material que tomamos prestado es un fotograma de la película "Assassination Nation" (2018).

"La casa del feminismo anda revuelta. Como en toda familia tradicional que se precie, las madres fundadoras parecen haber cerrado filas y se afanan desesperadamente en recolocar los trastos desperdigados, reorganizar los armarios, poner en marcha una limpieza radical y profunda. El discurso castigador y la disciplina punitiva hacia los vástagos descarriados parecen imponerse. Tras la euforia del 8M de 2018, hay que instaurar el orden, homogeneizar las estrategias, marcar seriamente los puntos de la agenda y, principalmente, establecer y delimitar estrictamente quiénes son lxs hijxs merecedores de sus Excelsos títulos.
Aquellos que no cumplan estrictamente con los dictámenes biológicos -útero, condición gestante coma capacidad de menstrual, criterios cromosómicos definidos, etc-. serán estrictamente rechazados de nuestras filas. Los cuerpos se auscultan, se observan de cerca, se escudriñan: ni un bigote postizo, ni un pelo fuera de lugar, ni un tacón que altere la pureza metafísica que nos ha dado la biología. Al coño lo que es del coño. Y fin de la discusión.
[...]
No es posible defender un cambio de paradigma cuando nuestras posturas se instalan en la defensa de aquellos postulados hegemónicos basados en la exclusión, marginación y patologización de determinados cuerpos y sujetos. No podemos cambiar radicalmente el sistema si nos refugiamos en los míseros privilegios que este nos ha otorgado. Dejemos de rearmar la casa del amo con sus mismas armas y herramientas. Si la revolución que se defiende parte de estas propuestas, que me disculpen las señoras, pero esta no es mi revolución.
[...]
No queremos ser las inquilinas del amo, neutralizadas y transformadas en una cuota biológica, bajo un constructo ficticio que se pretende prediscursivo, universal e inapelable. No queremos formar parte de ese "patriarcado con faldas" que nos vacía y disuelve como sujetos políticos  (Galindo, M. , 2017). Queremos devenir amenaza. Queremos dar por culo. Porque no hay negociación posible con el poder y sus discursos, siendo la lucha directa con el mismo, el enfrentamiento y desmontaje de sus dispositivos la única salida que nos queda.
[...]
La calle, y no las instituciones políticas, es nuestro escenario de revolución, de revuelta y cambio social. Pensemos, imaginemos, soñemos un proyecto transfeminista indigesto, disidente, nunca emponderante, sino desobediente con el poder, en donde nuestros cuerpos, amores y deseos imposibles, indefinibles, inapropiables tengan cabida."


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