Como no es cuestión de destripar la película, sólamente diremos que ese mundo representado no es algo ajeno a lo que nos rodea (aqui tratado con un finísimo humor negro nórdico), es algo muy presente en la sociedad contemporánea, en la que mucha gente trata de encontrar la perfección a toda costa (posiblemente sin ser conscientes de lo necesaría que se hace la imperfección) a través de elementos aspiracionales y elitistas que suelen terminar no muy bien: hablamos del consumismo, del mundo de la apariencia, de las grandes marcas que nos bombardean y de la alienación social, de la cultura visual que nos engulle y de la utopía de querer huir de todo ello (los que quieren huir) sin saber muy bien si estamos preparados para algo diferente (Aunque en este caso, la pelicula se pasea por un status social muy concreto, en la que no todo el mundo se sentirá reflejado pero que todos conocemos aunque no lo vivamos). Cada vez que Andreas intenta la huída con una nueva excusa en su vida, hay algo que vuelve a tragárselo sin remedio.
En cualquier caso, como descubrirás en la película, hay transporte público para llegar a ese nuevo lugar y el autobús te está esperando en la parada, lo que no sabemos es si el billete es también de vuelta.
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