Cuando llega la navidad, los extranjeros tienen la tradición de cocer una tarta con un niño Jesús pequeñito dentro. Dicen que la persona que encuentra al niño Jesús estará especialmente bendecida durante el año que empieza. Una simple figurita del niño Jesús de plástico. Pero Irene Casey metía en su masa tantas cucharadas de niños Jesús como harina y azúcar. Para que hubiera un Cristo infantil en cada bocado. Es posible que solamente quisiera que más gente se sintiera afortunada, pero nunca quedaba bien ver a todo el mundo eructando puñados de redentores desnudos de plástico rosado. Dando a luz por los labios a aquellos bebés húmedos. Las marcas de dientes de gran tamaño hincándose y mordisqueando la cara sonriente de nuestro Redentor. En la cena de Navidad del centro agrícola, con todo el mundo sentado a las largas mesas adornadas con papel crepé, todos aquellos niños Jesús cubiertos de babas y escupidos por todas partes no quedaban nada sagrados.
lunes, 2 de enero de 2012
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