Fragmento del libro "País Portátil" del escritor venezolano Adriano González León (1968), que retrata una época de gran agitación social en la ciudad de Caracas y conecta con el pasado de luchas rurales en el país:
"Un ruido cortante, mitad sierra y cuchillo, pasa sobre los vidrios del edificio. Fantasma para el atardecer, esta vibración que es el temblor todo de las calles, ah´tas, reventadas, sordas, brujas, aceito de motor que hace zig-zag, aceite de motor servido en bandeja de plata porque el buen bocado no se ha hecho para la boca del asno.
La acera es gris mojado, costra de mil meadas de perros: "El más alto grado de recalentamiento puede evitarse, señor, utilizando nuestras pastillas polares, fáciles de llevar, no crean hábitos, los hábitos son cosa de provincianos."
Ahora sí se sabe. La ciudad está asistida por la calina. La calina viene del mar a una cierta hora de la tarde, invade todo, de allí ese color morado, ese color rosa-veneno, las conchas que han soltado los astros, color.color. Y cualquiera creería en un simple efectos del neón. O, con mejor voluntad, que el cohete se detuvo inexplicablemente en esta parte del cielo. Hay quien está siempre dispuesto a vivir hacia atrás y uno explica las cosas con nostalgia rural: escuadras de leñadores al rojo vivo, banderas trasladadas por los vientos para las fiestas patrias, un trueque de contrabandistas que han terminado su negocio a puñaladas, pájaros del más allá, cierre de las puertas y humo en los días piadosos, las flores de palosanto extraviadas por el ventarrón." Foto: Paolo Gasparini
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