Estaréis de acuerdo en que dos de las muchas características conocidas del ser humano podrían ser la estupidez (probablemente intrínseca, inseparable de nuestro ser) y la crueldad (esa acción que -innecesariamente- causa sufrimiento o dolor a otros seres, y que probablemente fue adquirida y bien ensayada durante siglos). En esta historia ambas se dan la mano.
Vamos a situarnos en 1944, en el momento álgido de la Segunda Guerra Mundial (¿máxima exponencia de la estupidez y la crueldad juntas?). En Estados Unidos, el NDRC (National Defense Research Committee) acepta aportar 25.000 dolares para un singular experimento propuesto por el filósofo (!!!) Burrhus F. Skinner: el Project Pigeon (Proyecto Paloma).
El funcionamiento básico del plan era convertir a las palomas en bombas. De mensajeras de la paz a mensajeras de la muerte. En aquel momento los primerizos misiles antibuque eran dirigidos por un poco fiable radiocontrol hasta que Skinner propuso utilizar las palomas para guiar los misiles y mejorar los blancos.
Así fueron adiestradas estas aves para picotear, mediante estímulos, figuras con el objetivo que tendría el misil. Las palomas eran introducidas en un compartimento de la parte delantera de la bomba y hacían su labor: picaban el objetivo en una de las tres lentes (se pueden apreciar en la fotografía) para guiar el rumbo (a izquierda, centro o derecha) del misil.
A pesar del éxito en numerosos entrenamientos en octubre de 1944 el proyecto -no nos preguntéis por que- fue cancelado.
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