Leyendo -recién despiertxs- a la neurocientífica Nazareth Castellanos y su Biosofía de la respiración, en la que asienta los pilares fundamentales de la experiencia humana (Construir, habitar, pensar) encontramos estas interesantes notas sobre los sueños con respecto al movimiento del planeta que habitamos:
"Mientras se aclara si somos o no terrestres, veamos el impacto que tiene la rotación del planeta sobre nuestro sueño. Debido a sus gros diarios, nuestro lado del mundo queda sumido en la oscuridad un gran número de horas cada día. Algo más en invierno que en verano. Ante esta privación de luz, la corteza visual del cerebro recibe menos estímulos, lo que pone en riesgo su funcionamiento.
Me explico. Por la noche y cuando dormimos, dejamos de ver cosas. Dormimos una media de ocho horas al día. Eso es mucho tiempo para el cerebro, ya que las zonas adyacentes a la corteza visual pueden activar mecanismos de conquista: si una zona del cerebro no se usa, las vecinas se apoderan de ellas para usar sus funciones. Para compensar las largas horas de oscuridad y privación visual el cerebro se inventó un truco: soñar. Producir imágenes no reales. Inventarse visiones. Crear luz en la oscuridad. Según algunos investigadores, como el neurocientífico David Eagleman, los sueños existen para proteger a la corteza visual de ser invadida en la oscuridad de la noche. ¿Se lo debemos, pues, a la rotación de la Tierra?".
miércoles, 16 de julio de 2025
Rotamos, luego soñamos
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