Encontramos en nuestra vieja biblioteca un ejemplar de "El espejo que humea: Cristóbal Colón" de José Ignacio Uzquiza, una interesante aproximación al Almirante en los tiempos inmediatamente anteriores a uno de los mayores genocidios registrados por la historia: la Conquista de América. En este volumen leemos que Colón realizó el llamado Descubrimiento y la gestión posterior de este por voluntad divina, siguiendo una serie de fantasías religiosas (pretendía anunciar con ello el "Tercer Testamento", completando así las escrituras bíblicas con a llegada al Paraíso) además de los conocidos deseos mercantilistas. El propio Colón se reconocía como una especie de dios, un árbitro de la revelación cosmográfica y del orden político-religioso, teniendo en cuenta que la monarquía española pretendía extender el fenómeno de la Re-conquista a los árabes en la Península Ibérica a las nuevas tierras descubiertas. Algunos fragmentos de interés:
"La mayor parte de los españoles no entendían y no se sentían interesados por el increíble fenómeno humano y social que veían y que estaba fundado en la libertad de la naturaleza y en el goce natural y pacífico de la existencia en común. Tal cosa era algo impensable e intolerable -quizá por esa misma atractivo-, que debía ser domesticado.
[...]
La afirmación es clara y está fundada en una nueva experiencia física. El Paraíso estuvo y sigue estando en este mundo, sigue siendo el de este mundo y no de otro situado en un tiempo o lugar mitológicos. Y Colón es el que, enviado por la divinidad, conduce de nuevo a los judíos y cristianos al Paraíso [...] ¿ tal vez un segundo paraíso en un segundo tiempo bíblico?, ¿ el tiempo del desconocido nuevo mundo?.
[...]
Un mundo de libertad y alegre y confianza de las gentes, en contacto con seres humanos nuevos, en tierras y costumbres también nuevas, sería un atractivo poderoso por la súbditos entristecidos e inquietos dispuestos a emigrar allá en masa o coma al menos, a pensar en todo eso. Y lo que empezó siendo un deseo y una necesidad de renovación de la Cristiandad y de supuesta salvación del otro, podía ponerse fuera de control.
[...]
El Almirante representaba una mezcla peligrosa, llevada al extremo, de cosas cosmográficas, teológicas y políticas, entregada a un proyecto totalizador de expansión y dominio de uno sobre otros, que iba desde lo desconocido (Indias) a lo conocido (Jerusalén) y creaba el embrión del imperio moderno o del imperialismo de la historia moderna.
[...]
Y parece claro que, bajo caracteres de "profecía", que encubrían intereses de dominio y de riqueza por parte de la Cristiandad, el paraíso se vinculó definitivamente al "apocalipsis", es decir, a la violencia, en la obra del descubrimiento [...] La obra que comenzó en Cristóbal Colón provocó en la Europa moderna una reflexión acerca de lo que era la historia, definió su vinculación con el mesianismo y fabricó la carencia de que el poder y el progreso son el destino y la salvación de la sociedad cristiana occidental, pero un poder y un progreso que para ser tales exigen sometimiento de ellos mismos y la "conquista" de los otros. Una racionalidad tendenciosa que dominaba, excluía o liquidaba a todo lo que no era ella misma, terminó por implantarse en el Nuevo Mundo, el cual, una vez descubierto, fue "encubierto", como decía Leopoldo Zea."
jueves, 11 de enero de 2024
El "encubrimiento" de América: Colón y el embrión del imperialismo de la historia moderna
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