A finales de los años 20 el amigo Henry Ford, fundador de la Ford Motor Company y uno de los "padres" del capitalismo durante el siglo XX, compró nada más y nada menos que 20.000 km2 de selva brasileña en pleno Amazonas con el objetivo de instalar una plantación gigantesca de caucho, material que el mismo demandaba para la fabricación de neumáticos para sus vehículos.
A partir de ahí nació Fordlandia, un pueblo utópico creado desde cero en medio de la selva y que debía suponer el "perfecto suburbio" donde vivir, con la forma de vida norteamericana incrustada en plena naturaleza: el proyecto incluía campos de golf, cines, hoteles, un hospital y todo lo necesario para crear un pequeño microclima de american life style aislado en la jungla.
El experimento fue poco a poco decayendo debido a las duras condiciones del lugar, la llegada de la Segunda Guerra Mundial, las enfermedades y las revueltas de los trabajadores nativos contratados. Finalmente Ford Company se rindió ante las condiciones y abandonó Fordlandia en aquel remoto lugar, en el que actualmente aún se pueden ver algunas viviendas y fábricas engullidas por la vegetación.