Entre las vecindades del Cabo Santo Agostinho (Pernambuco, Brasil) y la zona norte del Río San Francisco (Alagoas) se extendió el reino independiente de los Palmares durante más de un siglo entre 1580 y 1700. Desde Palmares su líderes (antiguos esclavos cimarrones) convocaron a la rebelión y fueron bandera de la libertad en plena época del comercio de esclavos negros entre África y Latinoamérica.
Rodeado de selvas casi impenetrables, este
quilombo (palabra portuguesa de origen africano que definió los campamentos de esclavos fugitivos) fue uno de los paradigmas de la resistencia a un
mercado de carne humana que supuso enormes riquezas para imperios como el británico, portugués o el holandés, en una carrera por el
capital humano en el que se se pusieron de acuerdo casa reales, compañías de transporte, bancos y grandes empresas de seguros del viejo continente.
Mientras el obligado cultivo de azúcar arrasaba campos enteros en toda Latinoamérica y acaparaba el mercado de los países colonizadores, Palmares se rebeló cultivando sus propios productos (
policultivo), algo totalmente impensable en aquella época. El dinero no existía y la propiedad de la tierra se declaró comunitaria. Allí surgieron mediáticos líderes como
Ganga Zumba o
Zumbi dos Palmares, que lanzaron tácticas defensivas contra holandeses y portugueses y planes de guerrillas para apoderarse de armas y liberar a otros esclavos que pasaban a formar parte del
quilombo.
El 20 de noviembre de 1695 Zumbi sufrió una emboscada y fue degollado por las tropas portuguesas en una movilización de
milicias bandeirantes sin antecedentes dado el grado de rebeldía alcanzado por Palmares, que continuaba sin dar su brazo a torcer y defendió su territorio con más de 10.000 personas. Los focos de resistencia continuaron durante más de una década aunque no llegaron a los niveles de organización de la extinta
Palmares, cuna de la rebelión no esclava.