Así comienza el capítulo 9 del libro "Hotel Amistad", de Antonin Potoski.
"En un night-club de la junta en Rangún me pusieron un koala en los brazos, estaba sentado en un taburete delante de la pista de baile, llevaba una camisa blanca que brillaba bajo las luces negras, el koala se me aferraba con sus pequeñas manitas, le acariciaba su dorso tan suave, sus ojos redondos estaban completamente abiertos, levantando la cabeza me examinaba y luego sondeaba el espacio de la discoteca, parecía asustado o alucinado, había flash estroboscópicos y láser por todos lados, las luces no eran como las de otros países donde el ambiente es siempre festivo: eran grandes focos cuya luz bajaba del techo, roja, con flash blancos y rayas de láser rojas, sólo había chicas en la pista con vestidos de noche, faldas largas muy class, hombres de uniforme parapetados en la sombra, sofás vacíos.
La música también era dura, dance americana violenta y sombría, ensordecedora. Temblaba y el koala temblaba conmigo aferrándose a mi camisa. En una pantalla suspendida del techo proyectaban el último episodio de Star Wars pirateado, meses antes de su anunciada salida. Mi hermano y yo fuimos durante años fans de La Guerra de las Galaxias, sordo por el techno miraba la película detrás de los flash y los láser, con los militares y sus azafatas, el koala amedrentado contra mi pecho, tenía ganas de decirle a mi hermano que nuestra infancia se cruzaba también con este mundo."
domingo, 3 de marzo de 2013
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