Consumiendo los libros sobre Consumo que acumulamos del gran Baudrillard, nos encontramos con interesantes análisis sobre anteriores teorías sobre moral y éticas sociales, como las de Bernard Mandeville, que además de filósofo, economista político e investigador era médico (de enfermedades nerviosas y del estómago para más señas) y fue desterrado de su Rotterdam natal por participar en manifestaciones contra impuestos.
En el siglo XVIII, Mandeville, en "La Fábula de las Abejas", sostenía la teoría (sacrílega y libertina ya en su época) de que una sociedad se equilibra por sus vicios y no por sus virtudes, que la paz social, el progreso y la felicidad de los hombres se logran por la inmoralidad instintiva que les hace infringir continuamente las reglas. Mandeville hablaba, por supuesto, de la moral, pero podemos interpretar sus palabras en el sentido social y económico. El sistema real prospera precisamente a causa de sus defectos ocultos, de sus equilibrios, de sus daños, de sus vicios en relación con un sistema racional. Se ha acusado a Mandeville de cínico, pero lo cierto es que el orden social, el orden de producción es objetivamente cínico.
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