Y por fin llegamos a Detroit. La capital del estado norteamericano de Michigan es actualmente uno de los ejemplos predilectos para hablar de la atracción de las llamadas clases creativas (aquel tenebroso libro del economista Richard Florida) para una rápida, bonita y eficiente regeneración urbana y por supuesto el posterior y milagroso desarrollo económico. El ya mitificado y turistificado declive de Detroit (nuestra "Motor City" llegó a ser la cuarta ciudad estadounidense en los años 50 gracias a la industria del automóvil ) es la mejor representación del posfordismo a la vista de sus ruinas, fábricas abandonadas y distritos enteros demolidos, escenarios que la ficción contemporánea se ha encargado de aprovechar para situar diferentes narrativas (recordemos en el cine al ilustre policía-ciborg Robocop en los 80 tratando de controlar la degradación de la ciudad).
Es en este contexto en el que la escritora sudafricana Lauren Beukes sitúa su novela "Monstruos rotos", en la que un misterioso asesino se encarga de recordarnos el fin del sueño americano en una ciudad que sin embargo se encuentra en pleno renacimiento artístico. Ya en sus primeras páginas nos encontramos en barrios donde la gente ha sido expulsada de sus casas, "ese es exactamente el problema de la gentrificación" pero también "según como lo mires, Detroit es algo así como la nueva Bohemia" leemos en alguno de los diálogos.
Beukes insiste con las alusiones al turismo de ruinas y nuevos visitantes:
"La ventana del Rocket Coffee le ofrece a Jonno una vista perfecta de la carcasa hueca de la estación central de Michigan. La Acrópolis de Detroit. Alguna lumbrera propuso conservar las ruinas icónicas. Para eso está todo el mundo aquí, en cualquier caso. Para mirar pasmados los edificios derruidos y hacer fotografías. La única diferencia entre los hipsters que se cuelan aquí en edificios abandonados y los turistas de mediana edad en calcetines y sandalias del Coliseo es que los primeros usan más filtros en sus fotos y los segundos llevan audioguías. De hecho, no es mala idea. Eso podría hacerlo: escribir audiotours .Es el problema, reflexiona, no es la obsesión por el ruin porn, sino que todo el mundo está tratando de adivinar qué significa todo eso. Es la condición humana, siempre descifrando las cosas más de la cuenta."
También sobre las medidas tomadas para gentrificar la ciudad a través de la llegada de las clases creativas y los nuevos negocios, "Detroit es más amable en la creación de nuevas empresas: menos gasto en infraestructuras, incentivos fiscales, está hambrienta de talento y ofrece oficinas baratas en TechTown. Cree en la revitalización de la ciudad "a muerte", cerrando un poco más adelante el capitulo con la frase "¿Así es como la ciudad de Detroit fomenta una economía creativa?".
Aunque también marcando la profunda diferencia de clases:
"Se puede recorrer en línea recta la avenida Woodward, cruzar Eight Mile (que viene a ser la frontera de la ciudad), continuar y ver como el deterioro urbano se transforma en una zona residencial de extensiones de césped plagada de todoterrenos y Prius, a veces juntos, aparcados en accesos vecinales ribeteados por Rosales."
lunes, 19 de octubre de 2020
Gentrificación y literatura (XVIII)
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