sábado, 26 de enero de 2019

Póngame una rinoplastia del Siglo XVI para llevar

Hoy les hablaremos de Gaspare Tagliacozzi. O mejor, les hablaremos de su trabajo.
Este boloñés está considerado el inventor de la rinoplastia (ya saben, esa operación quirúrgica pensada para resolver un problema estético en la nariz) y una de las grandes figuras pioneras de la Cirugía Plástica allá por el siglo XVI. Cabe reseñar que antes de meterse de lleno en el escalpelo y las fosas nasales, Tagliacozzi fue una figura importante en el uso de la triaca o teriaca, una especie de brebaje compuesto de opio, jenjibre, madera de aloe, canela y carne de víbora (!)  que durante siglos fue considerado panacea universal.

Pero volvamos a la rinoplastia: en aquella época diferentes castigos por violar determinadas leyes, las lógicas mutilaciones por arma blanca en periodos de guerras y las consecuencias de algunas enfermedades (como la sífilis) hacían de la pérdida de la nariz un trauma relativamente habitual y Tagliacozzi se especializó en repararlo. En su "De curtorum chirurgia per insitionem" nos explica como realizar injertos de piel en los que dicha materia pasaría del brazo a la nariz en un particular tratamiento: primero creando una réplica gráfica del perfil de aquella en el brazo, después realizando diferentes incisiones en puntos concretos e implementando el trozo de piel en su nueva ubicación. pero para ello el tratamiento tenía una fase un tanto especial: durante el proceso encontramos que el paciente estaba obligado a permanecer -durante las últimas dos semanas- con una mano fija a la cabeza (Tagliacozzi contaba con un sastre que fabricaba arnés especiales para la ocasión) mientras la nariz se encontraba literalmente cosida al brazo por la zona del injerto, con el objetivo de mantener la piel "viva" con todos los nutrientes necesarios.

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