sábado, 1 de agosto de 2020

El alma vegetativa difusa

Permítannos regresar durante unos párrafos al libro "Elogio de la Planta" de Francis Hallé y su nueva biología, de la que ya os hablamos hace algunos meses.

"Tal vez se pueda explicar la evolución animal como un aumento del número de grados de libertad, lo que conlleva la adquisición de una autonomía cada vez más completa para hacer frente a las exigencias del entorno. Por el contrario, la evolución de las plantas sería una adaptación cada vez más profunda a la dura realidad, una integración cada vez más completa en el ambiente. El animal nos ofrece la imagen de su propia libertad; la planta, más modesta, refleja las adversidades de su entorno. Cada uno manifiesta a su manera este contraste. Para Aristóteles, el animal tiene un "alma apetitiva" ligada a su naturaleza depredadora, mientras que la planta tiene un "alma vegetativa difusa".

Respeta el espíritu enérgico del animal... 
Cada flor es un alma que brota en la naturaleza. 
Gerard de Nerval, Versos Dorados.

Francis Ponge, acerca de los árboles: "sólo son una voluntad de expresión, no tienen nada que esconder para sí mismos, no pueden guardar ninguna idea secreta, se abren al mundo por completo, honestamente, sin condiciones [...], solo se ocupan de transmitir su mensaje: se preparan, se adornan, esperan a que alguien llegue y los lea".

René Thom es ligeramente más prosaico: "Una limitación fundamental de la dinámica animal, afirma que diferencia al animal del vegetal es la depredación [...]. La planta no tiene una presa especializada y por tanto siempre busca identificarse con un entorno tridimensional". En el caso de los vegetales, "encontramos una especie de disolución fractal en un medio nutritivo".

Puede que a la TRASCENDENCIA del animal y del ser humano haya que enfrentar la INMANENCIA de la planta."




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