Leyendo en nuestro cuarto de baño (!) el volumen 10 de la revista Andamios (editada por la UACM de Ciudad de México) nos paramos detenidamente en el capítulo de Pedro Garzón López (autor con líneas de investigación en derechos humanos, ciudadanía, multiculturalismo, pluralismo jurídico, derechos indígenas y decolonialidad, y referencias como Walter Mignolo) sobre el binomio colonialismo/colonialidad como formas de poder hegemónico de ayer y de hoy y del cual destacamos estas líneas que nos gustaría mostrarles para que piensen en ello antes de acostarse:
"El colonialismo es la ocupación territorial por medios coercitivos (militar, política económica), mientras la colonialidad es la imposición del imaginario cultural europeo. El éxito de esta imposición permite mantener el poder colonial cuya instrumentalización perdura en la era post-colonial en los ámbitos del conocimiento científico, en la exclusión racial y en la constitución de la subjetividad y la identidad indígena. En este sentido, puede que el poder imperial haya cambiado de manos, de administradores o abandonado la posición de colonias, pero se mantuvo intacta la lógica del dominio moderno/colonial que trascendió al hecho mismo de la desposesión de colonias por parte de determinados países. Esta imposición del universo cognitivo del colonizador fue el primero y el más importante rasgo de la colonialidad del poder que justificó la superioridad de la raza blanca y la interiorización de la cultura europea."
Y otras referencias como Castro Gómez o Ramón Grosfóguel:
"Una implicación fundamental de la noción de "colonialidad del poder" es que el mundo no ha sido completamente descolonizado. La primera descolonización kiniciada en el siglo XIX por las colonias españolas y seguida en el siglo XX por las colonias inglesas y francesas) fue incompleta, ya que se limito a la independencia jurídico-política de las periferias.
En cambio, la segunda descolonización -a la cual nosotros aludimos con la categoría decolonialidad- tendrá que dirigirse a la heterarquia de las múltiples relaciones raciales étnicas, sexuales, epistémicas, económicas y de género que la primera descolonización dejó intacta. Cómo resultado, el mundo de comienzos del siglo XXI necesita una decolonialidad que complemente la descolonización llevada a cabo en los siglos XIX y XX. Al contrario de esa descolonización, la decolonialidad es un proceso de resignificación a largo plazo, que no se puede reducir a un acontecimiento jurídico-político."
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