jueves, 11 de enero de 2024

El "encubrimiento" de América: Colón y el embrión del imperialismo de la historia moderna

Encontramos en nuestra vieja biblioteca un ejemplar de "El espejo que humea: Cristóbal Colón" de José Ignacio Uzquiza, una interesante aproximación al Almirante en los tiempos inmediatamente anteriores a uno de los mayores genocidios registrados por la historia: la Conquista de América. En este volumen leemos que Colón realizó el llamado Descubrimiento y la gestión posterior de este por voluntad divina, siguiendo una serie de fantasías religiosas (pretendía anunciar con ello el "Tercer Testamento", completando así las escrituras bíblicas con a llegada al Paraíso) además de los conocidos deseos mercantilistas. El propio Colón se reconocía como una especie de dios, un árbitro de la revelación cosmográfica y del orden político-religioso, teniendo en cuenta que la monarquía española pretendía extender el fenómeno de la Re-conquista a los árabes en la Península Ibérica a las nuevas tierras descubiertas. Algunos fragmentos de interés:

"La mayor parte de los españoles no entendían y no se sentían interesados por el increíble fenómeno humano y social que veían y que estaba fundado en la libertad de la naturaleza y en el goce natural y pacífico de la existencia en común. Tal cosa era algo impensable e intolerable -quizá por esa misma atractivo-, que debía ser domesticado.
[...]
La afirmación es clara y está fundada en una nueva experiencia física. El Paraíso estuvo y sigue estando en este mundo, sigue siendo el de este mundo y no de otro situado en un tiempo o lugar mitológicos. Y Colón es el que, enviado por la divinidad, conduce de nuevo a los judíos y cristianos al Paraíso [...] ¿ tal vez un segundo paraíso en un segundo tiempo bíblico?, ¿ el tiempo del desconocido nuevo mundo?.
[...]
Un mundo de libertad y alegre y confianza de las gentes, en contacto con seres humanos nuevos, en tierras y costumbres también nuevas, sería un atractivo poderoso por la súbditos entristecidos e inquietos dispuestos a emigrar allá en masa o coma al menos, a pensar en todo eso. Y lo que empezó siendo un deseo y una necesidad de renovación de la Cristiandad y de supuesta salvación del otro, podía ponerse fuera de control.
[...]
El Almirante representaba una mezcla peligrosa, llevada al extremo, de cosas cosmográficas, teológicas y políticas, entregada a un proyecto totalizador de expansión y dominio de uno sobre otros, que iba desde lo desconocido (Indias) a lo conocido (Jerusalén) y creaba el embrión del imperio moderno o del imperialismo de la historia moderna.
[...]
Y parece claro que, bajo caracteres de "profecía", que encubrían intereses de dominio y de riqueza por parte de la Cristiandad, el paraíso se vinculó definitivamente al "apocalipsis", es decir, a la violencia, en la obra del descubrimiento [...] La obra que comenzó en Cristóbal Colón provocó en la Europa moderna una reflexión acerca de lo que era la historia, definió su vinculación con el mesianismo y fabricó la carencia de que el poder y el progreso son el destino y la salvación de la sociedad cristiana occidental, pero un poder y un progreso que para ser tales exigen sometimiento de ellos mismos y la "conquista" de los otros. Una racionalidad tendenciosa que dominaba, excluía o liquidaba a todo lo que no era ella misma, terminó por implantarse en el Nuevo Mundo, el cual, una vez descubierto, fue "encubierto", como decía Leopoldo Zea."


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